Tengo muy buenos recuerdos de Uno de 50. Mi etapa de cofundador entre 1995 y 1998 reconozco que fue una experiencia increible, uno de mis mayores aprendizajes a nivel creativo y empresarial. Aunque la pintura para mi es la experiencia mas intensa para conectar con ese espíritu de creatividad que todos los artístas han sentido vivir al menos una vez en la vida, Uno de 50 fué una vivencia única e irrepetible. Es cierto que el momento era propicio para crear una marca nueva de bisutería, en esos momentos no había en el mercado nada parecido en España y eran años de optimismo económico, ingredientes básicos para el éxito de un proyecto novedoso; pienso que la estética y la forma de trabajar que iniciamos en aquellos años de 1995 y 1996 era realmente “el espíritu del momento” plasmado en unas joyas, y así entenderíamos como todo lo que sucedió a nuestro alrededor iba encaminado y sin ningún obstáculo a que Uno de 50 fuese una revolución en el ámbito de la bisutería en España y actualmente casi en el mundo.